Soy una tierna mirada

SOY una tierna mirada que se posó ayer en tu mejilla y que aún chisgarabatea por entre tu pelo y el lóbulo de tu orejita, y que se ha quedado enredada entre los recovecos de tu querido rostro, mi amor.

Soy un beso inmortal, callado y pequeño como una flor amarilla, sin olor pero sedosa y tenue, que rozó tu piel un minuto feliz, ya para siempre imborrable y feliz.

Soy la curva de la boca de tu sonrisa que necesariamente se expande hasta la lámpara, la ventana y más allá, hasta los cables de la luz y más allá, hasta los pájaros que vuelan el aire de todos, mortales e inmortales.

Soy una lágrima tuya que se secó al calor de una sonrisa, que se disipó en la nada de un tiempo por siempre perdido, herido de silencios futuros, olvidado en ese grande y humilde torbellino de acontecimientos que todo lo desecha.

Soy el brillo instantáneo de tus ojos de ayer, que entre la velada sombra del dolor parpadearon buscando el mágico destello que me creó para siempre. Soy esa luz diamantina que hizo que todo resplandeciese durante una diminuta eternidad.

Soy esa luz evanescente de tu rostro llenando de cielo un amargo rincón del día.

Soy tu sonrisa de nácar dulce multiplicándose en infinitos ecos en cada una de las miradas del mundo.