Soy lluvia

SOY una lluvia terca, amiga de barrizales, serena agua para encharcarse, tamborileadora, saltarina, que con sus chispitas celebra el día sencillamente. Regocijo de hormigas soy, y de escarabajos, y de margaritas. El campo entero es mi casa abierta, mi madre, mi hogar de regreso tras enrevesadas vicisitudes sin nombre en los altos cielos.
SOY una lluvia menuda, atravesada, preñada de mil relámpagos de gloria, lluvia de nube oscura, altiva y fecunda, lluvia que viene a lavar la cara de los mendigos, a aherrumbrar cerrojos, a empañar espejos en los altillos, a enmohecer tijeras de fierro, a posarse queda en la superficie de los enseres abandonados y antiguos.
SOY una lluvia rajada, montaraz, armada de cuchillos de hielo, ávida de descerrajar cosechas, aterir a los arbolitos nuevos, despeñar terraplenes, anegar acequias, asesinar camioneros. Agria como la estirpe de los sicarios, chillona, ciega en mi ira, rebusco por entre las grietas el corazón de la vida para depositar en él mi furia y mi horror. Témeme e implora a tus dioses para que no dirija mi desventrada pupila hacia aquello que denominas tus posesiones. Es todo mío, ¿aún no lo sabes, pendejo?
SOY una lluvia blanca y fértil, tenue, musical, agua que los rayos del sol lustran, agua de lágrima de ojos tersos cuando la pena que un día fue ilusión se deslíe en la lentitud de la tarde. Soy una lluvia amiga que te espera paciente al otro lado de la ventana, murmulleando tu congoja a los adoquines, a los pasos de los viandantes, implorando a las piedras tu perdón, esparciendo por las tierras que me acogen la ilimitada misericordia del cielo del que vengo. Siempre, siempre traigo preciosas noticias del silencio.
SOY una lluvia cansina, abotargada, casi polvorienta, que golpetea parsimoniosa tejas y toldos (como llamando a tu puerta), gotas de plomo marchitándose en su caída, tamborileo feliz, presagio, que la tierra bebe a lentos borbotones. Soy también lluvia de fiesta, de poder, de desahogo, de risas y de apresuramientos.
SOY una lluvia verde y neblinosa, alcalina. Llevo en mi seno gérmenes de existencia oscura, ansiosa simiente de submundos ciegos, hilachones de putrefacción rebosantes de una antigua e indeseada fertilidad. Vengo henchida de líquenes y bacterias, y descargo efluvios de miseria, de gangrena: traigo, como siempre, la vieja y obstinada vida primordial.
SOY una lluvia marina, enorme pero estéril lluvia negra. Riego los océanos, empapo el alma de los mares, me zambullo en mi fuerza, en mi matriz, me fundo con las mareas. Con vehemencia, con devoción, con dulzura, pues es así como los altos cielos ansiamos reposar para siempre en nuestros camposantos.

SOY una lluvia que te soñaba tanto que ha venido a verte. Que quiere estar muy cerca de ti, enamorada, que quiere prodigarse a ti, sentirse humana. Llenar tus cántaros, enjabonar tus sábanas, bañar tus huertas, rebosar las cuencas de tus manos. Lluvia que sólo anhela volver a ser agua, sencilla agua de manantial.