Soy un seductor instantáneo


SOY un seductor instantáneo, que por la fuerza de su fe en la vida arrastra las (as)perezas adheridas a cada aliento que el uso cotidiano de la existencia genera en las comisuras de los minutos. Primero en los propios míos, en los así llamados redaños, que son los litros de aspiración que cada cual toma por sí mismo del pulmón de la Historia.

Y luego en las esperanzas que los demás ponen sobre la mesa, como naipes boca abajo, temerosos de ser ases o reyes. Y yo las incito a ser amplias y generosas, y por lo tanto indestructibles.

Soy un seductor de instantes, un minucioso director de pista del circo de lo cotidiano, al frente de un absurdo elenco formado por domadores de sonrisas feroces, trapecistas en permanente salto mortal sobre el neutro fondo sin red de la mediocridad, payasos ridículos, fracasados y libres, equilibristas ebrios que construyen sus torres humanas firmemente bamboleantes... .

Soy un seductor independiente que acaba de descubrir que la muerte se introduce en nuestras llagas de cada día descolgándose sobre ellas desde una tela de araña tejida con hilos de profundo aburrimiento.