Soy un murmurador


SOY un infame murmurador. Me voy de la lengua y lo suelto todo: el pasado, el presente y hasta los más ocultos pensamientos de todo aquél con quien me cruzo. Pero, siendo eso deplorable, con lo que más disfruto es con los chismorreos del futuro, los de los acontecimientos que aún no han sucedido pero que, por mis muertos, estoy seguro de que se producirán, porque es que lo veo, lo veo, lo veo!: a Fulanito le van a echar de su trabajo en Navidades por esto y por lo otro, Menganito se va a separar dentro de dos años y medio de Cuchita, Zutanito llegará borracho a casa el verano que viene y estampará el coche contra la puerta del garaje…

Ya sé que es un vicio aún más imperdonable que el cotilleo habitual, pero es que es superior a mis fuerzas, no puedo contenerme. Especialmente con los disgustos que van a tener los demás, con aquello que les hará sufrir (que, como siempre, es lo que tiene gracia, ¿o no?)


Reconozco que no suelo acertar, aunque me baso en tremendas intuiciones y corazonadas, pero es que lo veo como si ya estuviéramos allí, en el futuro, llamándonos por teléfono y cuchicheando unos con otros después de haber sucedido el escándalo, y me regocijo de antemano con la tremenda e impactante emoción agridulce que va a embargarnos a todos. ¡Me encaaaaanta!


No sé. Algunos amigos (los menos) se extrañan y me critican. ¿Cómo vamos a chismorrear de algo que no ha pasado? ¿Y si no pasa? Dicen que la mayoría de las veces no acierto…, aunque, bueno, alguna vez sí que he dado en el clavo… más o menos. ¿Y eso qué importa?, les digo yo. Lo importante es que lo pasamos genial, y que, además, se cumplan o no los hechos que pronostico, de todas maneras normalmente se merecen que les ocurra eso y mucho más. Ahí es donde está la clave. Ése es concepto esencial. Se-lo-merecen. ¡Si es que se les ve venir! Y la verdad es que la mayor parte de los amigos no pone tantas pegas. Tanto es así, que me llaman todos los días para saber si he tenido alguna premonición nueva.


Lo que más me ha sorprendido es que muchos están empezando a adularme de un modo exagerado. Me encanta, pero es impresinante lo que han cambiado en su trato conmigo. Me tratan como a un marqués. Y está muy bien, pero me siento algo más solo, como si no pudiera confiar en nadie. ¿Por qué estará pasando esto?, me pregunto. No sé si asociarlo al hecho de que me llegan rumores de que está empezando a correr la voz de que para enero se me va a declarar un cáncer de páncreas.


¡Fíjate tú! ¡A mí, que estoy más sano que un roble!
Nov. 06