Soy una anémona

SOY una anémona que está ahí plantada en la suavidad amorosa de la nada, resbalando desde el mí en el mí, atrapada en el puro placer de lo inútil, como se reafirma la sedosa clara del huevo en su inconsistencia,
perennemente formándose en lo informe, autorreferida, autoverificada (o, sencillamente, descansando vuelta de espaldas), adoradora del poco conocido fulgor de la incertidumbre,
perezosa como las babas de un soñador impenitente y, por el momento y como debe ser,
ajena a mis más graves y a mis más estúpidas inquietudes.

Soy una anémona viscosa, deslucida, de tacto infame, y aspiro a que ni mucho menos me entiendas ni tú ni nadie. Y eso sí que será un verdadero descanso. Ya lo creo.